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Eliseo Gómez Serrano

GÓMEZ SERRANO, Eliseo (Valencia, 1889-Alicante, 1939). Nacido en Valencia en 1889, era hijo de un pequeño industrial, de Sueca, cuya empresa modernizaría su hermano mayor, Nicolau Primitiu, que fue un destacado intelectual valencianista y bibliófilo –su Biblioteca particular, de cerca de 50.000 volúmenes, ha sido la base de la actual Biblioteca Valenciana–, president de Lo Rat Penat y de Acció Cultural Valenciana, divulgador de les Normes de Castelló, fundador de la editorial Sicania, etc. Su hermanastro, Emili Gómez-Nadal, fue profesor de la Universidad de Valencia, miembro del Institut d’Estudis Valencians, afiliado al PCE y colaborador de Wenceslao Roces en el Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes. Se exilió a Francia al terminar la guerra civil y murió allí, después de haber tomado parte en la resistencia contra los nazis. Contrajo Eliseo matrimonio en 1919 con Emma Martínez Bay (Alicante, 1893-1957), compañera de estudios y también profesora de la Normal de Alicante. Con ella tuvo tres hijos, Emma, Blanca y Francisco de Paula.

Carnet de identidad de Eliseo Gómez Serrano

Gómez Serrano hizo sus estudios primarios y de bachiller en Valencia, donde obtuvo el título de maestro. Amplió estudios en la Escuela de Estudios Superiores de Magisterio de Madrid, con una beca y la ayuda de su hermano Nicolau Primitiu. Se integró en la Institución Libre de Enseñanza y en la Residencia de Estudiantes, en cuyas actividades culturales participó con entusiasmo. Terminados sus estudios, obtuvo la plaza de Catedrático de Geografía en la Normal de Maestros de Alicante en 1915: de sus clases guardaron un imborrable recuerdo sus alumnos.

Don Eliseo se implicó con pasión en la renovación pedagógica que se produjo durante la II República y en diciembre de 1931 fue nombrado director de la Normal, que ya era de Maestros y Maestras, puesto del que fue destituido con el triunfo de las derechas en 1934, a pesar del apoyo de sus compañeros.

Fue persona muy interesada en los temas culturales y tomó parte en las actividades del Ateneo alicantino, fundado en 1923, que fue el máximo exponente de la que se ha considerado con razón edad de oro de la cultura alicantina. Allí se reunían casi todos los que significaron algo en la cultura y en el tejido cívico alicantino en los años de la Dictadura de Primo de Rivera y de la República, muchos de ellos amigos y correligionarios de don Eliseo, que fue directivo del Ateneo en varias ocasiones, entre 1930 y 1935.

En 1930, don Eliseo se afilió a Acción Republicana, confiando en que los problemas, en algún caso seculares, que mantenían a España retrasada respecto a Europa, se resolverían con la llegada de una República y en 1933 se incorporó a Izquierda Republicana, el partido que lideraba Azaña, ocupando algunos cargos de dirección en él.

En las elecciones de abril de 1931 fue elegido concejal del Ayuntamiento de Alicante, puesto desde el que realizó una extraordinaria labor en la solución del problema escolar que aquejaba a la ciudad desde muchos años atrás, por medio de un Plan General de Ordenación Escolar de Alicante. También intervino en la cuestión de la autonomía, en el marco de las discusiones que en esos años hubo sobre un posible Estatut para el País Valenciano: en julio de 1931 presentó en el Ayuntamiento una propuesta para que se concediese a los municipios alicantinos de lengua materna valenciana el mismo trato que en Cataluña, en atención a las dificultades que tenían los niños valencianoparlantes para «aprender los conocimientos a que se refieren los programas escolares por imposibilidad material de entender la lengua que el maestro les habla y que ellos no suelen oír ni practicar en sus casas ni en la calle».

En las elecciones de febrero de 1936, a las que las izquierdas acudieron unidas, fue elegido diputado a Cortes por I , en unos comicios en los que el Frente Popular obtuvo en la ciudad de Alicante un triunfo espectacular, con más del 80% de los votos, fue elegido Diputado y se incorporó a distintas comisiones, aunque no lo pudo hacer a la de Enseñanza, la que más le interesaba, pero aquella para la que su partido contaba con más personas capacitadas. Su labor parlamentaria tuvo, por lo tanto, poco relieve, dadas las condiciones en que tuvo que desarrollarse al estallar meses después la guerra civil. Asistió a las reuniones del Parlamento y de la minoría de IR en Valencia y Barcelona, a pesar de las enormes dificultades de transporte existentes.

Cuando estalló la sublevación militar, Gómez Serrano comenzó unos Diarios –publicados por el Archivo de la Democracia de la Universidad de Alicante– que sólo abandonaría cuando se produjo su detención, al final de la contienda, que dan una magnífica información sobre su pensamiento y sobre los sentimientos de muchos republicanos, desbordados por los acontecimientos. Desempeñó, al inicio de la guerra, una importante labor como Comisario Civil para la recluta del ejército voluntario de la República, cargo que desempeñó en Murcia hasta mediados de 1937.

Tras la caída de Cataluña, don Eliseo se planteó qué hacer, convencido de lo que suponía una victoria de Franco: «persecuciones, suplicios, campos de concentración, destierro, lágrimas, guerra…». Sin embargo, ante la tesitura de marchar con su familia al destierro, donde pasarían grandes dificultades, tenía enormes dudas. Finalmente, convencido de la rectitud de su conducta, decidió quedarse en España.

El 2 de abril de 1939, fue detenido don Eliseo y conducido al Instituto de Ciegos, desde donde pasaría después al Reformatorio de Adultos. FET y de las JONS se incautó de las viviendas de la familia, a pesar de que el Nuevo Régimen se presentaba como defensor de «la propiedad privada». En un primer momento, Gómez Serrano fue acusado de «ser Diputado a Cortes por Izquierda Republicana, formar parte del Frente Popular y dirigir las persecuciones contra elementos de Falange de Alicante y su provincia». A lo largo de la instrucción del Consejo de Guerra sumarísimo se fueron modificando esas acusaciones y se requirieron informes de la Delegación de Orden Público –que añadió su condición de Comisario Civil– y del Ayuntamiento: el emitido por el entonces alcalde de la ciudad, Ambrosio Luciáñez Riesco, era particularmente insidioso, pues aseguraba que había sido Comisario Político y que, siendo uno de los máximos dirigentes de la izquierda alicantina, no utilizó «su “predicamento” para evitar el estado de desafuero que existió en Alicante». Los testigos presentados por el acusado coincidieron todos en alabar su honradez y caballerosidad, su excelente conducta e intachable moralidad, aunque evidentemente no pudieron negar que era un hombre de izquierdas.

En su declaración, don Eliseo negó haber perseguido a miembros de Falange, «pues siempre defendió la suavidad en los procedimientos, el máximo respeto a las personas y la actuación dentro de la Ley» y dijo que pudo perfectamente marchar al extranjero en varias ocasiones, y «no obstante prefirió quedarse aquí por creer no ha cometido delito alguno». Admitió haber sido diputado por IR, haber participado en las labores del parlamento y en algunos actos de propaganda de su candidatura, predicando siempre «el ideal liberal demócrata»; negó pertenecer a la Masonería y haber dirigido persecución alguna contra elementos de Falange.

Se fijó la vista para celebrar el Consejo de Guerra, «sin comparecencia de testigos», para el día 24 de abril, a las nueve treinta horas. Menos de veinticuatro horas antes, se dio conocimiento del proceso al defensor, Juan Grau Villalta, entonces teniente jurídico. El fiscal calificó los hechos de «adhesión a la rebelión» –en ese peculiar «derecho al revés» que fue la legislación represiva franquista–, con las agravantes de trascendencia de los hechos y perversidad, por lo que pedía la pena de muerte, mientras que el defensor proponía una condena por «auxilio a la rebelión» –que contemplaba como pena máxima de la treinta años de reclusión–, alegando el carácter moderado y opuesto a la violencia del acusado. La defensa aseguró que «la actuación del procesado ha sido pasiva, tan solo le ha faltado el valor para oponerse a la actuación del Gobierno rojo. Que ha sido elemento moderado y opuesto a la violencia. Que los actos criminales en Alicante fueron realizados por elementos no pertenecientes a IR. Que su actuación en la Cátedra y en el Ateneo de Alicante ha sido cultural sin matiz político. Califica los hechos de auxilio a la rebelión, sin circunstancias, y pide pena adecuada».

La sentencia recogía íntegramente la propuesta del fiscal, condenando a muerte a don Eliseo, y aseguraba con total desprecio a la verdad que había sido «uno de los principales responsables de la rebelión marxista que ha ensangrentado a España durante cerca de tres años».

Fecha documento: 28 de abril de 1939

El 28 de abril, el Cuartel General de Franco dio el «enterado»: de nada sirvieron las gestiones de Nicolau Primitiu cerca del arzobispo de Valencia y del marqués de Lozoya. En la madrugada del cinco de mayo de 1939, don Eliseo fue fusilado junto a otros nueve condenados, vecinos de Catral, Almoradí y Elche, jornaleros en su mayoría. No cabe duda de que la aparición de la noticia de la ejecución de la sentencia en la Hoja Oficial de Alicante, en la que su nombre encabezaba la lista de los fusilados, debió de causar una enorme impresión en la ciudad y marcar claramente, desde el principio, las severísimas condiciones de la represión. Si se fusilaba a una persona de buena posición social, que no había tomado parte en ningún hecho delictivo, y que se había limitado a cumplir con su deber, como profesor y como diputado, ¿qué podían esperar quienes pertenecían al proletariado o quienes se habían significado en la revolución social?

Francisco Moreno Sáez

Participan

  • Ministerio de presidencia
  • Universidad de Alicante
  • Comisión Cívica para la recuperación de la memoria histórica.